La inteligencia artificial ya experimenta con la sexualidad humana tanto ofreciendo consejos sexuales como haciendo realidad de las fantasías y los deseos más íntimos. No solo se han multiplicado los juguetes sexuales sino van en aumento las herramientas capaces de convertir una imagen mental en una imagen concreta. Erotismo sintético permite materializar la fantasía de ser capaz de tener sexo como y con quien uno quiera.
Erotismo sintético al auge
Hay modelos de IA generativa que son capaces de crear imágenes hiperrealistas basadas en fantasías eróticas, otros que permiten crear pornografía a medida y a partir de imágenes y vídeos que no lo son. Cualquier imagen puede servir para que alguien monte una peli porno, según los desarrolladores.
No todo es porno
Sin embargo, no todo es porno. En torno a la inteligencia artificial gira toda una industria del erotismo sintético. Según los informes, un 10% de las charlas que se mantienen con bots conversacionales son del contenido erótico. Ya existen aplicaciones específicas, como por ejemplo, Bloom, que responden a mensajes sexuales con audios eróticos con el tono de voz, el lenguaje del personaje ficticio que el usuario elija para cada caso. Eso suprime la necesidad de practicar sexo con la pareja sexual, porque los juegos de rol y sexting sintético son cada vez más sofisticados.
Existen otra aplicación, Pirr, que permite crear historias eróticas a partir de las fantasías del interesado. De esta manera, convierte fantasías en relatos. Y, aunque sus desarrolladores dicen que su enfoque no es ofrecer contenidos eróticos para sustituir experiencias humanas por artificiales sino ofrecer consejos personalizados para mejorar la sexualidad de la vida real.
Erotismo sintético y problema legal
Más allá de su impacto en relaciones, el contenido erótico plantea múltiples problemas éticos y legales. En los vídeos pueden aparecer personas que no han dado su permiso y comprometer su imagen.
Por otro lado, todas las empresas tienen agujeros de seguridad o sufren ataques, y los usuarios no están dispuestos a que se sepan sus fantasías.
Desde el punto de vista ético, habría que plantear si se ha de permitir que se materialicen las parafilias o las fantasías de los pedófilos.