La figura del Delegado de Protección de Datos es la clave de la normativa actual de Protección de Datos. En este artículo, hablaremos de las cualidades que tiene que tener.
Paciencia
Las propuestas de mejora del DPD tienen que estar al alcance de lo que se puede lograr. La paciencia e inteligencia es lo que le permitirá avanzar y lograr sus objetivos.
Esfuerzo
El esfuerzo diario le conducirá a una actualización y renovación constante. En el entorno digital en el que vivimos, el DPD siempre tendrá que esforzarse por estar a la altura.
Independencia
El DPD debe actuar con independencia, y no olvidar que su servicio está para proteger los derechos de los interesados de los tratamientos, y no de la entidad que abona sus servicios.
Flexibilidad
Serán muchas las veces que un DPD tendrá que lidiar con las opiniones distintas y, a menudo, contrarias a la defensa de la privacidad. Intentar conseguir los objetivos le ayudará este rasgo.
Ingenio
A menudo se necesitará bastante imaginación para encontrar la solución adecuada a las necesidades de cada entidad. A veces no será posible reducir el riesgo con las medidas genéricas ya existentes.
Interés
El DPD tendrá que buscar continuamente las metodologías y prácticas existentes para encontrar las que se adapten mejor a la necesidad de cada empresa.
Conocimientos
En la elección del DPD se valoran conocimientos legales, técnicos y organizativos. Es importante que la persona esté a la altura del puesto.
Profesionalidad
Delante de los tratamientos poco respetuosos con la privacidad, se necesita este rasgo para conseguir que se respeten los intereses de los destinatarios del tratamiento.
Visión
El DPD encuentra una metodología para cada empresa y su visión le permite compartir la misión.
Sensibilidad
Cada DPD tiene que hacer su cometido en un contexto específico. Cuanto mayor sea su sensibilidad para adaptarse a la realidad, mejores serán sus resultados.
Pidan presupuesto sin compromiso de implantación de la normativa vigente